La Fundación Lucio Gil de Fagoaga tiene su sede en el número 1 de la calle dedicada al pintor requenense Elías García Martínez, cuya vida transcurrió entre 1854 y 1934. Gran parte de su desarrollo profesional aconteció en Zaragoza donde combinó su labor artística como pintor con la docencia. Destacan su intervención en la restauración de la catedral de Calahorra y la decoración del techo del Teatro Principal de Zaragoza.

La calle Elías García recibió este nombre en 1929, pues con anterioridad era conocida como San Luis. Esta calle, junto a las de San Fernando y San Carlos, se abrieron en 1791 conformando una nueva manzana de viviendas en Requena que comunicaba el barrio de las Peñas con el casco viejo requenenses por los arrabales. l nombre de las calles rinde homenaje al rey Carlos IV, la reina María Luisa de Parma y el príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII.

La apertura de esta manzana respondía a la presión demográfica y la necesidad de nuevas viviendas que se produjo en la Requena de mediados y finales del siglo XVIII. El origen del incremento poblacional radica en la industria sedera que se asienta en la ciudad, generando nuevos puestos de trabajo directos e indirectos y también nuevas riquezas y acaparamientos de capital.

Precisamente, los terrenos de huerta de estas nuevas calles se dedicaron en gran medida a la construcción de casas palaciegas que a la vez cumplían las funciones de fábricas o talleres de seda.

La Casa Museo de la Fundación Lucio Gil de Fagoaga es un claro ejemplo de esto último. Su construcción se debe a José Alarte, si bien no sabemos la fecha concreta, dado que falleció en 1818, muy probablemente fuera construida a finales del siglo XVIII. José Alarte combinaba la manufactura sedera con la explotación agrícola. Según su declaración de bienes, poseía 4.000 cepas y treinta y ocho oliveras, así como 4 devanaderas grandes, un torno viejo y 3.000 rodetes de hilo.

La vivienda-taller la heredaron sus hijos Gregoria y Miguel, unificando de nuevo la propiedad el último en 1841. Miguel Alarte se casó con Teodora Checa y la documentación matrimonial da cuenta de la dedicación al oficio de la pareja

En un testamento de 1834 leemos:“El uno al otro nos legamos el quinto de nuestros vienes (sic) presentes y futuros y lo consignamos en dinero metálico si lo hubiese en nuestro poder, y no abiéndolo o no siendo bastante a llenar el importe en seda de la que tengamos” Y el inventario de bienes del matrimonio detalla, entro otros, las siguientes propiedades:

  • “El peso de la seda con pesas castellanas y libretas
  • 5 sacos de seda a varios precios
  • La orquilla (sic) de la seda
  • Unas devanadoras de devanar hilos
  • Dos tornos de trama incompletos
  • 21 ilos (sic)
  • 6 devanadoras
  • 2 trascanaderas (sic)”

Con el fallecimiento de Miguel Alarte la propiedad quedó de nuevo dividida, en esta ocasión entre su viuda, Teodora Checa Pedrón y sus dos hijas, Barbara y Calixta Alarte Checa. Y de nuevo Calixta, como hizo anteriormente su padre, unificaría la propiedad, comprando la parte de su hermana Bárbara en 1857 y la de su madre en 1865, por valor de 2800 escudos.

Calixta y su marido Lucio Gil Comas son los responsables de la transición definitiva de la familia Alarte del negocio de la seda al del vino, como ocurrió prácticamente con todo la industria sedera a lo largo del siglo XIX.

Aunque hay que decir que la dedicación a la agricultura y el mundo del vino no les venía de nuevo a Calixta y su marido, Lucio Gil Comas. La primera heredaba de sus padres importantes parcelas de viñas, que reunían 6104 cepas en cinco terrenos de secano y regadío. Por su parte, Lucio aportó al matrimonio una fábrica de aguardientes situada en el camino de la fuente de las Pilas, que compró a su madre, Nicolasa Comas Gómez, en 1834.

Con el fallecimiento de Calixta la vivienda queda de nuevo dividida entre los herederos, tal como nos explica el propio Lucio Gil de Fagoaga en una libreta manuscrita titulada “Apuntes de Requena”:

“El notario Luis Pardo, en el acto de partición de bienes abintestato de Calixta Alarte, fallecida en 8 de febrero de 1878, adjudicó la mitad de dicha casa en concepto de gananciales al viudo Lucio Gil Comas (…) y la otra mitad por partes iguales a Nicolasa y Alejandro. El abuelo [Lucio Gil Comas] hipotecó su media casa en 1ª hipoteca a José García Leonardo en 2.500 pts al 8%, y en 2ª hipoteca a Mariano Marín de Venta del Moro en 2.000 pts al 8%. Estas hipotecas se redimieron: la 1ª por Alejandro [padre de Lucio Gil de Fagoaga] y Nicolasa, que la pagaron a Lola Forner García de Leonardo, nieta del hipotecario, y la 2ª por los cuatro hermanos (descontada Isabel que no quiso, por su marido participar en el pago) por partes iguales , agobiados ante las consecuencias inminentes de haberse declarado que la 2ª hipoteca era la 1ª.

Definitivamente la propiedad de la vivienda recayó sobre Alejandro Gil Alarte, quien la dejaría en herencia a Lucio Gil de Fagoaga, transformada ahora en sede y Casa Museo del intelectual requenense.

La estructura de la casa es muy similar a las otras viviendas palaciegas coetáneas de esta manzana neoclásica. Unas grandes puertas de madera nos dan paso al zaguán que funde en una sola altura la planta baja y la primera planta. Un óculo ovalado en la fachada inunda de luz esta parte de la casa. Dese el zaguán, por un pasillo de cantos rodados accedemos a un amplio y luminoso patio, custodiado por el busto de Lucio Gil de Fagoaga elaborado por el escultor requenense Antonio Gómez Torrijos

La primera planta alberga la vivienda completa. Frente a la escalera, el comedor, que da paso a la cocina a un lado y al otro se suceden un salón de estar, un despacho y un dormitorio. Todas las habitaciones respetan la distribución original y se exponen en ellas los elementos decorativos y el mobiliario que la familia ha ido atesorando a lo largo de trescientos años. Podemos destacar la surtida colección de cerámica vidriada y la variedad de estilos diversos del mobiliario, desde aparadores rectos antiquísimos, muebles torneados artesanos, bancas y sillas art nouveau y lámparas art déco.

La cocina conserva las dos estufas económicas y muchos de los objetos de uso cotidiano de las cocinas hasta mediados del siglo XX. Tinajas, orzas, ollas cerámicas de varios tamaños, morteros, platos, especieros…

En esta planta hay también otras dos grandes estancias independientes. El salón de juegos, con un billar francés de principios de siglo XX de la marca Industria Hispano Francesa y las bolas de marfil. Decoran las paredes de este salón los títulos académicos de Lucio Gil de Fagoaga y un retrato del político y dramaturgo Adelardo López de Ayala.

Y por último, el salón desde el que se accede directamente al dormitorio de Lucio Gil de Fagoaga. Las puertas acristaladas de esta estancia están decoradas por el pintor Fernando Martínez Checa, quizá el pintor más destacado de Requena, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Este salón nos habla también de las aficiones musicales de Lucio Gil de Fagoaga. En él encontramos su piano, una guitarra y su violín, que según cuentan para aprender a tocar se encerró en la Cueva Hermosa de Cortes de Pallás, y hasta que no fue capaz de allí no salió.